Hoy venimos con otro video subtitulado de Pints with Aquinas (video completo), entrevistando al Dr. John Bergsma. En este fragmento, Matt y el invitado relfexionan sobre nuestra capacidad para la “percepción divina” y los límites de nuestros sentidos.
Me atrevo a decir que la mayoría de nosotros, en algún momento de nuestra vida, hemos esperado sentir algún estímulo sensorial mientras rezamos, o al recibir la comunión o cualquier otro sacramento. Sentir alguna clase de descarga de adrenalina o deslumbramiento catársico... No negaré que algunos pocos afortunados hayan podido percibir realidades espirituales a través de los sentidos, pero hablamos de casos excepcionales y, desde luego, no es lo que deberíamos esperar. Estar pendientes de lo que deseamos sentir físicamente puede llevarnos a crear falsas expectativas o a forzarnos a una especie de sugestión sensorial. En ambos casos tal expectativa estaría mellando nuestra fe, pues estaríamos reduciendo nuestro anhelo espiritual a una experiencia superficial y equivocada.
Aun así, el doctor John también advierte de que no debemos irnos al otro extremo. Es decir, tampoco sería deseable evitar cualquier experiencia sensorial que nos pueda ayudar a tener una buena disposición para la oración, o tratar de tener la vida espiritual de los trapenses1. La belleza de una iglesia o de una música adecuada también pueden recoger nuestra alma y ayudarnos a prepararla para la oración, por lo que también debemos procurar cuidar nuestro entorno de oración en la medida que podamos.
Los trapenses son monjes de la Orden Cisterciense de la Estricta Observancia, conocidos por su vida de austeridad, silencio y oración. No rechazan los sentidos, pero los moderan para evitar distracciones y cultivar una espiritualidad más profunda, centrándose en la interioridad y la contemplación.
Share this post