¿Qué vio Santo Tomás de Aquino?
Una experiencia que cambiaría el curso de toda su obra intelectual
Hace casi un mes, el 28 de enero, se celebró Santo Tomás de Aquino, patrón de los estudiantes. Ciertamente se trata de un buen día, pues no son pocos los que aprovechan para compartir y conmemorar la grandeza del trabajo intelectual de este gran Santo, y uno siempre acaba aprendiendo alguna cosa nueva. Su obra es tan extensa y profunda que es difícil que no te pueda sorprender con algo que no sepas.
Para entender con perspectiva la relevancia de este erudito, resulta útil saber que en la Iglesia, a día de hoy, se reconocen alrededor de diez mil santos, de los cuales solo 37 han recibido el título de “Doctor de la Iglesia” gracias a su contribución a las enseñanzas de la Iglesia. Santo Tomás no solo se encuentra dentro de este selecto grupo de eminencias, sino que también recibió el reconocimiento exclusivo de “Doctor Angélico”, un título que vendría a elevar al nivel de los ángeles la claridad y perfección de su teología.
El Papa León XIII dijo de él:
“Ahora bien: entre los Doctores escolásticos brilla grandemente Santo Tomás de Aquino, Príncipe y Maestro de todos, el cual, como advierte [Cardenal] Cayetano, «por haber venerado en gran manera los antiguos Doctores sagrados, obtuvo de algún modo la inteligencia de todos»”.
No es de extrañar pues, que Santo Tomás sea el autor más citado en el catecismo de la Iglesia (seguido por San Agustín).
Su obra más conocida es la Summa Theologica, un tratado teológico compuesto por 5 volúmenes y unas 2,5 millones de palabras, donde aborda temas tan variados como la existencia de Dios, la creación, los ángeles, la naturaleza humana, la virtud, el pecado, la ley natural, la gracia, la persona de Cristo, los sacramentos y la salvación. Todo ello siendo un resumen de las enseñanzas que impartía a sus alumnos.
No lo podemos negar: Si Santo Tomás es conocido por algo, es por su enorme aportación intelectual a la humanidad y a la Iglesia. Pero… ¿Qué hay de su vida? ¿Es santo solo por ser un buen teólogo? Pues no del todo, aunque ser un teólogo de la mitad de su talla requeriría de algunos destellos de santidad1, detrás de esta mente prodigiosa se esconde una gran historia.
Lejos de querer relataros la biografía de Santo Tomás, hoy me gustaría explicar algunos aspectos de su vida y, en especial, un evento extraodinario que cambiaría el curso de toda su trabajo.
El primer suceso peculiar en la vida de Santo Tomás fue el apresamiento que sufrió en el castillo de su familia a sus 19 años, para que no se uniera a la entonces nueva orden de los Dominicos. Incluso sus hermanos intentaron disuadirlo mediante una táctica no muy ortodoxa. Le mandaron una prostituta a su habitación, a la que Aquino echaría ferozmente amenazándola con un palo ardiendo, que tomó de su chimenea, y posteriormente dibujaría una cruz en la puerta, frente a la cual se pondría a rezar.
Una vez liberado del estrambótico arresto domiciliaro perpetrado por su propia familia, pudo ingresar en la Universidad de París para empezar sus estudios en teología, donde sus compañeros lo apodaron como “dumb ox”2 (y no por sus orejas). Santo Tomás era un chico callado y tímido, lo que hacía que curiosamente algunos pensaran que era algo zopenco. Aun así, su genialidad intelectual no tardaría en salir a la luz y ser percibida por personajes como su profesor Alberto Magno3, quien lo defendería ante el resto de los alumnos proclamando:
“Este buey estúpido hará resplandecer la Iglesia con su rugido”
Aquino también se enfrentó a alguna que otra controversia dentro de su esfera intelectual, especialmente por su estilo atrevido a la hora de estudiar teología. Uno de los puntos que le valió ciertas críticas fue su uso de argumentos tomados de pensadores árabes y judíos, como Avicena (Ibn Sina), Averroes (Ibn Rushd) y Maimónides, lo cual, en su tiempo, era considerado arriesgado y controvertido. Por otro lado, también le gustaba llevar al límite las objeciones contra el cristianismo, para ser capaz de refinar y mejorar sus argumentos a favor de Dios y la Iglesia.
Desde luego estamos hablando de prácticas que requieren un nivel de conocimiento, oración y “santidad” muy elevados.
Santo Tomás también se caracterizó por su preocupación pedagógica, y es que le rechinaba la forma en la que se enseñaba a los alumnos a base de repetición y de larguísimas y complicadas lecturas. Era consciente de que uno no puede recibir más de lo que es capaz de sostener. Tanto las verdades intelectuales como espirituales están limitadas por el tamaño del recipiente donde se vierten, por lo que se debe procurar que este recipiente crezca paulatinamente.
Santo Tomás representó un auténtico revolucionario intelectual de su época, no porque fuera en contra de todo o atacara a la a verdad, sino porque la abrazó como nadie y fue capaz reconocerla allí donde relucía, independientemente de quien la sostuviera.
¿Qué es lo que vio?
El 6 de diciembre de 1273 la vida de Santo Tomás dio un vuelco inesperado. Mientras celebraba una misa en la capilla de San Nicolás, experimentó una revelación mística que le sacudiría por completo. Después de esta experiencia Aquino musitó:
"Todo lo que he escrito parece paja en comparación con lo que he visto y lo que me ha sido revelado"
No se sabe exactamente qué es lo que vio, pero desde aquel momento Santo Tomás no escribió nunca más, dejando inacabada su gran obra, la Summa Theologica. Un año después murió a la edad de 49 años. Tras comulgar por última vez dijo las siguientes palabras:
Te recibo, precio de la redención de mi alma, te recibo, viático de mi peregrinación. Por tu amor he estudiado, he velado y me he gastado; te he predicado, te he enseñado y nunca he manifestado nada que esté en tu contra, y si ha sucedido lo he hecho sin querer y no persisto en esa opinión. Y si he dicho algo malo contra este Sacramento u otra cosa, me someto enteramente a la corrección de la Santa Iglesia de Roma, en cuya obediencia dejo ahora esta vida”
Santo Tomás de Aquino demostró que su humildad y su gran amor a la Iglesia y a la Eucaristía fueron esenciales en el desarrollo de su trabajo intelectual y el reconocimiento que hoy recibe.
Su testimonio nos recuerda que la razón, la oración y la humildad deben acompañarnos siempre en la búsqueda de la verdad.
Hay quien dice que los doctores de la Iglesia incaban mas las rodillas que los codos
Buey tonto. Lo pongo en inglés en honor a la obra de Chesterton sobre Santo Tomás.
Alberto Magno (c. 1200-1280): Filósofo, teólogo y científico alemán, maestro de Santo Tomás de Aquino. Fue una de las figuras más influyentes de la escolástica medieval y es conocido por su vasto conocimiento en diversas disciplinas, desde la teología hasta la biología. Recibió el título de Doctor Universalis y fue canonizado en 1931.