Hoy dejamos a un lado la isla británica para adentrarnos en el gigante del este: Rusia. Y nadie mejor para acompañarnos hacia lo más hondo de sus raices que el gran Fiódor Dostoyevski.
Si tuviéramos que darle alguna clase de título honorífico a este señor, le haría vaga justicia el de “eminencia literaria histórica”. Su enigmática mente y su intrincada vida bien podrían inspirar varios volúmenes de libros, y aún así sería difícil abarcar toda su profundidad.
La obra de Dostoyevski ha conmovido a pensadores de talla mundial, incluido el propio Friedrich Nietzsche, quien dijo de él: “Es el único psicólogo del que he aprendido algo”1. Y es que si bien fue un escritor de novelas, en ellas podemos descubrir complejas estructuras psicológicas e incluso teológicas, implícitas en el desarrollo de sus personajes. La integración de la historia con el alma de quienes la viven, permite a sus novelas abarcar temas existenciales y profundos evitando el uso de “figuraciones explícitas”; capacidad desde luego al alcance de muy pocos autores2 .
La historia de El Idiota gira en torno a la figura del Príncipe Lev Nikoláyevich Mishkin, un joven que regresa a Rusia tras pasar tiempo en Suiza para tratar su enfermedad. La pureza e inocencia del príncipe parecen no encontrar comprensión en la sociedad rusa del siglo XIX. A lo largo de la historia podemos ir viendo cómo los personajes de su entorno, incapaces de entender su bondad, lo perciben como un idiota, de ahí el título de la novela. Aún así, durante la historia podemos ver como Mishkin gana influencia y aprecio entre aquellos que tienen la oportunidad de compartir tiempo con él.
Si bien puede parecer un resumen “escueto”, el peso de la historia recae en la complejidad de sus personajes y las relaciones que existen entre ellos. Para muchos estudiosos la misma figura Mishkin guarda una estrecha relación con la de Cristo3.
Es importante tener en cuenta que se trata de una novela a veces enrevesada, de estilo muy “ruso”, un poco lenta y con numerosos personajes con diferentes apelativos cada uno de ellos4. Todo ello puede resultar frustrante al principio y llevar a algunos a abandonar el libro fácilmente. Sé que, dicho así, no parece la mejor carta de presentación, pero justamente por eso te animo a tener paciencia y darle una oportunidad. Las historias de Dostoyevski dejan algo especial en nuestra alma.
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Aunque Nietzsche era un crítico feroz del Cristianismo, reconocía que Dostoyevski había retratado de manera magistral la experiencia del "hombre sin Dios" y las consecuencias psicológicas de este vacío. Y es que ambos compartían una fascinación por explorar lo que sucede cuando las estructuras morales tradicionales se desmoronan.
Muchos críticos coinciden en que, si bien de forma distinta, esta habilidad también es visible en la obra de J.R.R. Tolkien.
También vale la pena destacar la mención, que hay en el libro, a la obra "Don Quijote de la Mancha" de Miguel de Cervantes. El propio Dostoyevski admiraba profundamente a Cervantes y consideraba al Quijote como un modelo de idealismo y pureza en un mundo cruel e incomprensible. Esta influencia se refleja en el Príncipe Mishkin, quien comparte ciertas características con el caballero manchego.
Los rusos utilizan distintos apleativos para referirse a una misma persona, como pueden ser el nombre, el apodo, el apellido o el patronímico.