Hoy os traigo un libro algo distinto a lo que hemos visto hasta el momento: Un libro de filosofía.
Si bien me encanta la filosofía, a veces tengo la sensación de que se ha vuelto tan enrevesada y se ha ramificado por caminos tan extraños, que elegir un buen libro ya es una tarea filosófica en sí misma.
Es como si tu microondas viniera con 20 manuales distintos y tu tarea consistiera en elegir cuál es el correcto antes de aprender cómo funciona (y no morir en el intento).
Y es que el concepto “filosofía” se ha convertido en algo demasiado diáfano y vago. Engloba todo lo que es verdad y lo que no lo es, y parece que se ha convertido en un ejercicio puramente vicioso de duda y especulación.
Eso no significa que la filosofía sea inútil y que esta no nos pueda guiar hacia la verdad. La filosofía es absolutamente necesaria si queremos profundizar en la racionalidad del saber. Sin embargo, a diferencia de lo que atañe a la materia teológica, parece que no existe algo así como un Magisterio de la Filosofía que nos permita adherirnos inequívocamente a un sistema consistente, verdadero e infalible. Mientras podemos afirmar que hay argumentos que son verdad y otros que no lo son, cuando ya los analizamos dentro de un sistema más completo, lo único que podemos asegurar es que hay sistemas más ciertos y sistemas que lo son menos; y cuanto más ciertos son estos sistemas, más tienden a comulgar con lo que ya entraría en el ámbito de la teología.
Tener ciertos conocimientos de filosofía hoy en día es imprescindible, y es que todo lo que nos afecta socialmente está influenciado por ella. Casi todas las ideas que consideramos de cosecha propia y de sentido común tienen un origen muy distinto al que nos imaginamos. Es decir, muchas de las cosas que pensamos, si bien creemos que las pensamos porque somos unos genios y estamos muy bien de la cabeza, es más probable que las creamos porque nos las han metido en la mollera sutilmente durante el tiempo suficiente, diluidas en todo lo que nos construye, no solo directamente (como la educación), sino también indirectamente: cine, música, novelas…
Si pudiéramos definir cuál es el mínimo acto filosófico exigible a una persona de bien como nosotros, sería procurar entender por qué piensa lo que piensa. Una vez se empiezan a desmenuzar nuestras ideas más superficiales sobre temas tan diversos como la política, la religión o cualquier unpopular opinion, podemos empezar a poner nombre a cada una de las filosofías o ideologías que se esconden detrás de ellas. Incluso cuando somos conscientes de que existe una corriente de pensamiento influyente con la cual no comulgamos, es importante saber justificar nuestra posición de una forma razonable y saber hasta qué punto la rechazamos.
Es decir, el ejercicio filosófico mínimo exigible no debe permitirnos tanto razonar la verdad a la perfección, sino más bien reconocer lo que no lo es con cierta seguridad.
Pues bien, el libro que os traigo hoy nos puede ser de gran ayuda para alimentar este mínimo exigible: La Filosofía se ha vuelto loca, de Jean François Braunstein. (Quién nos iba a decir que tenía que venir un francés a advertirnos sobre los peligros del pensamiento moderno).
En es te ensayo se tratan 3 temas fundamentales:
La ideología de género
El animalismo
La eutanasia
Cada uno de estos temas se desarrolla a través distintos subapartados, en los cuales entenderemos sus premisas ideológicas, su origen histórico, su ámbito de aplicación actual y las expectativas reales de quienes las han ideado.
Conocer la historia que rodea todo este pensamiento debería ser suficiente para abandonar la más mínima sospecha de su veracidad. Nos sorprendería la cantidad barbaridades que se han hecho y dicho con tal de difundirlas y procurar su aceptación, y las fatídicas consecuencias de los argumentos que las sustentan.
Sin mas dilación, aquí os dejo el link de este fantástico libro: